Alberto Olaya

Cuenta la leyenda que Teseo, hijo del rey Egeo, debía adentrarse en el Laberinto para matar al Minotauro y liberar así a su pueblo. Ariadna, su amada, le dio un ovillo de hilo que pudiera fijar a la entrada y desenrollar a medida que avanzara.

Así, al volver, sólo tendría que recogerlo hasta la salida sin miedo a perderse.

Alberto es el hilo que consigue que su gente nunca se pierda. Él, con su curiosidad, su paciencia, su talante y su talento, hace que el camino en el laberinto sea un paseo en el que transformar las adversidades en experiencias y las vivencias en sabiduría.

Este valenciano capaz de convertir las llamas y la leña en la mejor cocina del mundo, es generoso en su experiencia y su entusiasmo. Curioso, irónico, divertido y tan discreto que es capaz de hablar a través de silencios que reconfortan. Las puertas de su casa, que nunca cierran, siempre están dispuestas a recibir a todo aquel que busque un refugio.

Él corre, decora, pinta y baila pero, sobre todo, contagia. Contagia su pasión, su inquietud, su entusiasmo y sus ganas de no dejar de aprender nunca. Un diseñador de los que cuentan historias a través de su arte. 

Alberto es una persona para tener siempre cerca pero, si algún día le pierdes de vista, probablemente sólo tengas que seguir el hilo que te conduzca a ese azul Formentera en el que viven los suyos.