Raúl Sánchez

´Allá donde se cruzan los caminos, donde el mar no se puede concebir, donde regresa siempre el fugitivo, pongamos que hablo…´.

Exacto. Tenemos, debemos y queremos hablar de Madrid para poder hablar de Raúl.

Dicen que cuando miras a Madrid desde fuera, hay un momento en el que se para el tiempo y el mundo. Dicho y hecho, Raúl se puso la valentía por montera e hizo la maleta dispuesto a detener las agujas del reloj para -no sólo concebir- sino sentir, explorar y acariciar el mar que envuelve su nueva casa.

Y, como el perfecto invitado –ese que salen de casa con la lección aprendida, ese al que apetece volver a invitar, ese que algún día acabará entrando sin llamar porque estará en SU casa- Raúl es respetuoso, sensato, delicado y escandalosamente educado.

Como el enamorado que no necesita confesión porque su cara le saca años luz de ventaja, Raúl rezuma pasión, devoción y entrega hacia su profesión. Sus lecturas nocturnas plagadas de código y retos le delatan tanto como su (estupenda) actitud.

- Quisiera que siempre fuera así -dijo él.

- Siempre es sólo un momento -respondió ella.

‘La Historia interminable’ le enseñó que SIEMPRE es sólo un adverbio de tiempo, efímero y escurridizo, por eso sabe que hay que reciclarse, atreverse y, sobre todo, vivir.

Si pierdes a Raúl de vista estará tratando de acostumbrarse a la sensación de ver el mar cada día. No es fácil, entiéndanle.