Xisco Palmer

`Lo peor del amor es cuando pasa, cuando al punto final de los finales no le siguen dos puntos suspensivos´

El maestro de Úbeda se atrevió a hablarnos de habitaciones ventiladas, de pijamas con sordina, de sístole sin diástole ni dueño y, cómo no, de puntos finales. Y lo hizo, pobre, sin saber que nosotros conocemos a un hombre capaz de inventar tantos puntos como sean necesarios para no llegar nunca al final.

Xisco, que gracias a una combinación de zodiaco, voluntad, cabeza y corazón, nunca piensa en finales sino en caminos, soluciones, apaños y remiendos, tiene un don: la luz.

Tiene luz. Es capaz de iluminar cada centímetro de una habitación a oscuras. Ilumina con palabras, gestos, palmadas y silencios. Es un trabajador incansable de los que aprietan pero no ahogan, de los que ayudan pero no pisan, de los que hablan pero nunca cansan.

Mallorquín de los que lucen la sal y el mar en la piel y en las escamas, declina los veranos con u desde un pueblo con puerto y auboradas y respiran clase, elegancia y sencillez en cada bocanada.

Para conocerle bien, nos gustaría emular a Andrés, su Andrés, e intercambiar su corazón con el nuestro para mirarlo y mirarlo y aun así, estamos seguros de que no daríamos con el secreto de tanta luz.

Si por alguna razón pierdes de vista a Xisco, tranquilo, es de los que siempre vuelven.